miércoles, 16 de mayo de 2012



El Secreto de la Felicidad

El otro día mientras iba en el camión rumbo al trabajo, pensaba un poco sobre los estresantes momentos de trabajos finales en la universidad, la densa carga de actividades en el trabajo y el poco tiempo libre que me quedaba. En eso estaba, cuando vi por la ventana como estaba una aglomeración largísima de automóviles en plena vía rápida. No me sorprendió pues con regularidad se encuentran automóviles con la llanta ponchada, choques y uno que otro peatón atropellado (esta vía es un corredor con altas velocidades, sin embargo, es muy común que crucen personas que viven a la orilla de ésta).

Sin embargo, debo confesar mi sorpresa al ver lo que estaba atrofiando el tráfico: estaba un señor de unos 50 años a mi parecer, - con apariencia de indigencia-  acostado en el carril central en plena vía rápida, ondeando una gorra al aire y cantando como si estuviera en un gran concierto. Fueron segundos los que vi al señor acostado en pleno boulevard, pero me dejó pensando en ese suceso durante horas ese día. Realmente ese momento me quedó grabado en la memoria por lo que representa, desconozco la historia de ese hombre o si estaba bajo la influencia de alguna sustancia tóxica.

El señor se veía tan feliz, sonriendo mientras cantaba ondeando su gorra, sin importarle que estuviera deteniendo el tráfico en plena hora pico de la mañana, mientras todos los autos sonaban el claxon intentado presionarlo para que se retirara. No tengo la menor idea que pasó después, si se lo llevó la policía o si algún automovilista se detuvo para levantarlo del suelo. A mi parecer, el hombre en esos instantes estaba feliz, ignorando todo lo que acontecía a su alrededor.

A veces, nos es tan difícil apreciar a las personas y las cosas que forman parte de nuestra vida y en cualquier manifestación de inestabilidad nos aplastamos, cerrándonos a posibilidades que podrían liberarnos de esa culpa. Estamos tan envueltos en la monotonía, quejándonos de lo salada que fue la comida en el comedor y del intenso calor de la tarde. Nos olvidamos de lo que es vivir y nos concentramos en probarle a los demás lo “exitosos” que somos.

 Si se trata de hacer una obra de caridad, dar la cooperación a la cruz roja, a un voluntario que se encuentra en el crucero nos vuelve filántropos; ir a nuestro ritual religioso cada domingo nos hace santos; tener mil amigos en Facebook nos convierte populares; contestar un crucigrama nos transforma inteligentes; leer un libro de Paulo Coehlo demuestra que somos intelectuales y reír mientras vemos una película nos hace felices. 

Ese día aprendí que para la felicidad tan solo necesitamos una canción que cantar, una gorra que ondear y un lugar para ver el cielo.
-          Alexis Lea Castillo Medrano

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