¿No hay mal que dure cien
años… Ni pueblo que lo resista?
“¿Porque
México esta entrampado en
Una
espiral de degradación e infamia
Sin
que hagamos nada al respecto?”
-Carmen Aristegui
Para
Marx, el Hombre es creador de su
propia historia, -aunque bajo circunstancias influidas por el pasado- y
esta historia, debe llegar a una
comprensión más objetiva que exige un
análisis profundamente histórico, capaz de hacer un balance de las luchas de
las fuerzas progresistas que han generado una acumulación de experiencias
extremamente ricas.
Lucha que tiene que ver con elementos
claves de nuestra identidad como mexicanos y latinoamericanos, como naciones
capaces de conducirse a sí mismas y que tienen una presencia cultural basada en una fuerza
civilizatoria propia.
Desde
esta perspectiva, el presente ensayo busca hacer un breve balance histórico de
los movimientos sociales en América Latina, principalmente en México, tomando
en cuenta las siguientes fases: La importancia de las
revoluciones; Los orígenes de los movimientos sociales clásicos en América
Latina; Los principales movimientos sociales en América Latina; Cambios en los
Movimientos Sociales Contemporáneos en América Latina; finalmente se abre una
invitación a la reflexión, acerca del verdadero impacto de los principales
movimientos sociales en México en la
conciencia del Hombre y las posibles
alternativas viables para un verdadero cambio en las estructuras sociales, culturales,
políticas y económicas del Estado. La mayoría de estas fases van acompañadas paralelamente
de la perspectiva que Marx y el Marxismo Contemporáneo nos ofrecen.
La
Importancia de las Revoluciones
A
modo de introducción se presentaran algunas definiciones de conceptos de
movimientos sociales y sobre todo se explicara su importancia a través de la
mirada de Marx.
Los Movimientos Sociales en América Latina, se definen como procesos
político-sociales de participación popular, que se utilizan como medio y fin de
un proceso revolucionario destinado a transformar la base económica de la
sociedad y a lograr una amplia participación en las decisiones políticas, en
los diferentes niveles de actuación (Ezequiel
Ander-Egg Diccionario de Sociología, 1982).
Por otro lado Leopoldo Montesino (Revista académica
de economía 2008) nos ofrece otra perspectiva, definiendo a los movimientos
sociales como expresión de necesidad de cambios y aspiraciones contenidas o
frustradas en amplios grupos de población.
Si hablamos específicamente de las
revoluciones -como una de las principales expresiones de los movimientos
sociales- Marx no concibe al hombre nuevo como mero producto de la revolución. El hombre nuevo se hace en el proceso
revolucionario. Marx mantiene el principio de que el hombre se genera a si
mismo. El hombre es la creación de la praxis humana, considerada como la
transformación de la naturaleza y como transformación de las relaciones
sociales. (Gabriel Guijarro Díaz- Concepción
del hombre en Marx- Salamanca 1795). Pero esta autogeneración no se reduce
a un acto instantáneo, sino que constituye un largo proceso. Y el proceso en el
que se forma el hombre nuevo es el proceso revolucionario.
En La
Ideología Alemana relaciona Marx el papel de la revolución en la creación
del hombre con una formación y una
consolidación de su conciencia revolucionaria:
“Tanto para engendrar en masa esta conciencia comunista
como para llevar adelante la cosa misma, es necesaria una transformación en masa
de los hombres, que solo podrá conseguirse mediante un movimiento practico,
mediante una revolución; y, por consiguiente, la revolución no solo es
necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino
también porque únicamente por medio de una revolución lograra la clase que
derriba, salir del cieno en que esta hundida y volverse capaz de fundar la
sociedad sobre nuevas bases”
(Marx y Engels, La Ideología Alemana- Barcelona
1970)
La necesidad de la revolución se
justifica porque la burguesía dispone del aparato estatal y lo utilizara hasta
la violencia extrema para mantener al sistema. Pero “la revolución también es necesaria porque solo mediante ella es posible
una transformación masiva de los hombres” (Gabriel Guijarro Díaz- Concepción del hombre en Marx- Salamanca
1795).
Marx también señala que los hombres se
desprenden de su <<alineación>>,
no cuando se les otorga desde arriba nuevas condiciones de vida, sino cuando
ellos mismos las conquistan, cuando ellos mismos participan en la revolución.
Al cambiar las relaciones de producción los obreros se cambiaran a ellos
mismos. La conciencia de su alineación
la repulsa contra ella.
Orígenes
de los Movimientos Sociales en América Latina
Se
presume que los movimientos sociales en América Latina tuvieron su génesis en
las ideas anarquistas, convirtiéndose tiempo después en una corriente
bolchevique. A continuación se presentan las explicaciones y algunos ejemplos
de los países en los que se vieron reflejadas estas corrientes.
Mónica Bruckman y Theotonio Dos Santos
en su ensayo “Los Movimientos Sociales en
América Latina: Un Balance” (Rio de Janeiro 2009) Señalan que la fase
inicial de formación los movimientos sociales clásicos en América Latina tuvieron una fuerte influencia anarquista, a través de la migración europea,
principalmente italiana y española, de fines del siglo XIX y comienzos del XX.
Estos inmigrantes anarquistas, básicamente artesanos y trabajadores de pequeñas
actividades económicas, se dirigieron principalmente hacia las zonas urbanas,
formando las primeras levas de movimientos obreros. A partir de la Primera
Guerra Mundial y posteriormente durante los años veinte, la expansión de las manufacturas en la región crea condiciones para el
surgimiento de un proletariado industrial, que tendrá su pleno desarrollo
con los procesos de industrialización de
la década 1930.
Durante este periodo de movimientos
anarquistas “se organizaron huelgas generales bastante significativas que abrieron
un proceso de sindicalización del movimiento obrero, como el caso de Perú en
1919, Brasil en 1917, Argentina en 1918 y México en el mismo periodo.” (Daniel
Camacho, Rafael Menjivas “Movimientos
Populares en América Latina” México 1989).
Con esto se crea un clima político
generalizado favorable a la huelga general como forma de lucha principal, a
pesar de que en algunos casos éstas no tenían un objetivo claro o buscaban una
especie de disolución del Estado. En esta fase se consiguieron avances
importantes en las luchas sociales y sindicales, colocándose en el eje de las
luchas reivindicaciones específicas como la reducción
de la jornada a ocho horas por día así como mejoras salariales y de condiciones
de trabajo y de vida de los obreros, (“Observatorio
Social de América Latina” Revista del Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales -Buenos Aires 2005).
Un
ejemplo del impacto que estos movimientos causaron nos encontramos con el caso
de la huelga de 1919 en el Perú, que al igual que otras experiencias en la
región, fueron brutalmente reprimidas sin poder acumular fuerzas, generando una
autocrítica en gran parte del movimiento anarquista que va a conducirlos al bolchevismo. (José Matos Mar “Desborde Popular y Crisis del Estado: El
Nuevo Rostro del Perú” Lima 1986)
Matos Mar, profundiza un poco mas en
la corriente bolchevique, llamada “maximalista”
-por los simpatizantes de la época de
esta corriente- compuesta principalmente por anarquistas que pensaron que el
bolchevismo era una manifestación del propio anarquismo. Este período va a
marcar la transición del anarquismo, con su versión maximalista que se destruye
junto con las huelgas generales brutalmente reprimidas, a los movimientos
comunistas latinoamericanos.
Principales
Movimientos Sociales en América Latina
Ahora
bien, se darán a conocer desde una vista panorámica, algunos de los principales
movimientos sociales que se desarrollaron en América Latina, así también como
sus principales efectos. Para esto se desarrollaran de la siguiente manera:
movimientos campesinos, movimientos obreros, movimientos estudiantiles, movimientos
culturales y artísticos, movimientos étnicos y movimientos feministas.
Movimientos
Campesinos
Históricamente, el campesinado en
América Latina estuvo sometido a una fuerte dominación de los señores de
tierra, bajo condiciones extremamente
negativas de cultivo y organización. En este contexto, sólo las comunidades
indígenas poseían los medios para auto
dirigirse y organizarse, a pesar de la represión a la que fueron sometidas.
Este sector fue la cabeza de una movilización
popular que se convirtió en una referencia
fundamental en toda la región: la Revolución Mexicana de 1910, que tuvo una base campesina significativa.
La lucha democrática contra el
porfirismo estuvo conducida
principalmente por partidos democráticos de clase media, que por
necesidad de base política se aproximan
al campesinado, produciéndose una articulación muy fuerte entre el movimiento
campesino y las luchas democráticas mexicanas. (Rius “La revolucioncita mexicana” México 1997).
A pesar de que los movimientos
campesinos no se presentan como movimientos indígenas, se empieza a configurar
un vínculo más claro entre ambos. Javier García Diego, en su obra “Introducción histórica a la revolución
mexicana” (México 2006), nos presenta a los líderes de la Revolución Mexicana, y nos
explica como estaban articulados a sus
orígenes indígenas. Pone atención especial sobre todo a Zapata, que tiene una
fuerte representatividad como líder indígena, a pesar que no basar su liderazgo
específicamente en ello, porque en aquel
momento, el movimiento está volcado fundamentalmente hacia la cuestión de la tierra.
Es necesario destacar también el papel
específico de los movimientos campesinos, que llegaron a tener un auge
relativamente importante en América Central durante los años de 1920-1930, cuando
ya “existía
una explotación de campesinos asalariados directamente subordinados a empresas
norteamericanas que los organizan en las actividades exportadoras” (Daniel Camacho, Rafael
Menjivas “Movimientos Populares en América
Latina” México 1989). En esta región
se formaron bases importantes de lucha por la reforma agraria que debido a la
fuerte presencia estadounidense se mezclaron con las luchas nacionales contra
la dominación norteamericana.
En la compilación de Camacho y
Menjivas, también se encuentran otros documentos relacionados con esta
situación de organizaciones campesinas. Tal es el caso del Sandinismo, de las
revoluciones de El Salvador lideradas
por Farabundo Martí, de las huelgas de masas cubanas y, en parte, de la Columna
Prestes en Brasil, que a pesar de tener una base fundamentalmente pequeño burguesa, va a entrar en contacto con la
población campesina, desarrollando una cierta
interacción de este movimiento de clase media de origen militar con el
campesinado. Sin embargo, no se puede
hablar de un movimiento campesino realmente significativo en este período en Brasil.
\
Movimientos
Obreros
El movimiento obrero latinoamericano
ha sido el otro soporte de las fuerzas
populares en el continente y encuentra su base material en la primera
ola de industrialización durante la primera década del siglo XX. (Revista Nueva
Sociedad “Protestas, Resistencias y
movimientos Sociales” No. 182 Caracas 2002)
Este aspecto es muy importante para configurar las características
principales del movimiento obrero latinoamericano, sobre todo desde el punto de vista ideológico.
Retomando a Mónica y Theotonio (“Movimientos Sociales en América Latina: Un
Balance”) se explica este fenómeno: “En algunas zonas mineras relativamente
importantes se desarrolló un
proletariado asalariado que tenía reivindicaciones propias bastante más
colectivas y cuya formación tuvo menos influencia anarquista”.
Esto explicaría el hecho de que en Chile existiese un Partido Demócrata
con base obrera minera muy significativa,
antes del desplazamiento de estos trabajadores hacia el Partido
Comunista Chileno bajo el liderazgo de Recavarren, (Daniel Camacho, Rafael
Menjivas “Movimientos Populares en América
Latina” México 1989) lo que al mismo tiempo otorga a esta organización
diferencias respecto al resto de los
comunistas latinoamericanos, en la medida en que no nace de una base
propiamente anarquista, sino de una concepción política más cercana a la socialdemocracia.
En otros países de América Latina
también se desarrolló una presencia minera importante con un alto grado de
sindicalización, como en el caso de Perú, Colombia y Bolivia. En el último
caso, el movimiento minero boliviano sólo va a alcanzar su auge en la década de 1940-1950, llegando a ser protagonista de la revolución
boliviana. (Daniel Camacho, Rafael Menjivas “Movimientos
Populares en América Latina” México 1989).
Movimientos
Estudiantiles
La reforma universitaria fue otra
bandera que la clase media levantó de manera muy orgánica que condujo a un movimiento social propio, que exigía la participación de los estudiantes
en la conducción de la universidad, la reforma curricular y la apertura hacia
los procesos sociales y políticos que vivía América Latina.
Tal vez uno los momentos más
significativos de las luchas del movimiento estudiantil fue el de la reforma
universitaria de 1918 en Córdoba Argentina, (Historia de América Latina- Enciclopedia Letras España 2004), que generó un gran impacto en el ambiente
universitario y político latinoamericano, así también como lo hizo el
movimiento estudiantil de 1968 en México.
Movimientos
Culturales y Artísticos
No se puede dejar de considerar como
parte de los movimientos sociales, los movimientos culturales y artísticos que buscaban que el arte se aproximase más al
pueblo y fuese su expresión mayor. Surgen experiencias extremamente ricas
en la región como es el caso del muralismo mexicano, que formó parte del
movimiento de la Revolución Mexicana o procesos como la revolución modernista
de Brasil en 1922
(João Paulo G. Piment “Revista de historia y pensamiento crítico”
N° 5, Buenos Aires 2008) y otros movimientos similares. La creación de la
revista Amauta (Lima 1926-1930), fundada
por José Carlos Mariátegui, (http://revista-amauta.org/about/)abre
un espacio de reflexión intelectual muy importante en la región y muestra la
fuerza y la profundidad de estos nuevos movimientos artísticos y culturales que
se afirman en una identidad propia al mismo tiempo que se proyectan de manera
universal a partir de una visión local, poniendo en cuestionamiento las
pretensiones universales de occidente(http://revista-amauta.org/2010/10/%C2%BFpodra-la-verdad-librarnos-de-las-guerras/).
Movimientos
Étnicos
En esta fase se incorporan cuestiones
totalmente diferentes: El indigenismo, no solo visto como un movimiento de
reivindicación étnico sino como una crítica cultural campesina, donde el
campesinado exige su conservación y no simplemente su disolución en una
sociedad superior.
“La cuestión étnica se presenta en dos vertientes: la
cuestión campesina-indígena y campesina-negra. Es necesario hacer una
distinción entre ambas tendencias porque los negros formaron un movimiento
principalmente campesino, que asumió la lucha contra el esclavismo, contra la
dominación española en Cuba y que participó en la revolución cubana y los
procesos de liberación de otros países en la región”
(Rafael Cuevas Molina “El movimiento social étnico contemporáneo” Revista Koeyú Latinoamericano 2001)
Los negros se organizaron con mucha
facilidad y llegaron a constituir una parte importante de ese movimiento obrero
no-europeo, no-socialista, pero enmarcado en una vertiente populista. De esta
manera, se buscaba que el movimiento negro se incorporase a las luchas por las
libertades civiles, pero se negaba su contenido étnico específico.
Desde el punto de vista de Antonio
Cordona (“Reflexiones sobre el movimiento
negro” 2005) La visión étnica de la cuestión negra solo se va a proyectar a
partir de la década de 1960 y tiene como una de las referencias principales al
“black power” en Estados Unidos, donde se produce una ruptura con la visión de
los derechos civiles.
“Los negros
sostienen que no quieren ser iguales a los blancos, por lo tanto, sus luchas no
son por la igualdad sino por el derecho de ser negros”.
Cuevas Molina también explica el
contenido étnico del movimiento indígena que renace en los años 70, cuando los
indígenas reivindican sus orígenes como una estructura ideológica para las
luchas sociales contemporáneas y exigen el liderazgo de los movimientos
guerrilleros. Un ejemplo de esta nueva perspectiva es la lucha guatemalteca,
donde los indígenas dejan claro que la guerrilla estaba dirigida por ellos a
pesar de la participación externa, siempre subordinada a su liderazgo(Mónica
Morales Flores “La Guerrilla Guatemalteca
en Imágenes. Entrevistas al Comandante Cesar Montes” Guatemala 2006).
Esta vertiente se va manifestar
también en el caso mexicano, que alcanzará una expresión clara en el zapatismo,
donde “la vertiente indígena asume el carácter de una postura ideológica
propia, que tiene su inspiración indigenista pero tiene también un objetivo
universal”(Gaspar Morquecho “La Guerrilla Zapatista a Contracorriente” Red
de Prensa No Alineados, México 2011)
Napoleón Saltas en su articulo “Movimiento Indígena y Movimientos sociales:
Encuentros y Desencuentros” (Boletín ICCI RIMAY México 2001) También
reconoce este reconocimiento e identidad indígena latinoamericana es un
fenómeno muy profundo que pretende también ser mundial: “indígenas de diferentes regiones del mundo buscan formar un movimiento
que afirma sus luchas en una postura ecológica basada en una relación fuerte
con la naturaleza, en una ideología opuesta al
capitalismo y a las pretendidas fuerzas progresistas que ven el progreso
como un camino destructor de las formas
anteriores.”
Movimientos
Feministas
Por otro lado, emerge el movimiento
femenino de manera específica, a pesar de que éste existe en todas las épocas
como parte de otros movimientos sociales.
A partir de la década de 1960 este
movimiento comienza a reivindicar no sólo que los derechos civiles de las
mujeres sean incorporados a la sociedad moderna sino que la sociedad incorpore
también la visión femenina del mundo (Lola G. Luna “Genero y Movimientos Sociales en América Latina” Barcelona).
Esto supone la participación de la mujer en la cultura,
ya no como un elemento pasivo, sino en un rol protagónico capaz de reestructurar
profundamente la subjetividad del mundo contemporáneo a partir de una nueva
visión que revalore el papel de la vida.
En este sentido, la mujer sería no sólo portadora de la vida sino de una
percepción del mundo desde el punto de vista de la vida. Esto modifica
profundamente la visión de la sociedad contemporánea.
Cambios
en los Movimientos Sociales Contemporáneos en América Latina
Los
cambios recientes en América Latina se expresan no sólo en movimientos sociales
y populares cada vez más originales y activos sino también en un nuevo
escenario político marcado por la existencia de gobiernos de centro-izquierda
bajo una fuerte presión de la sociedad civil y de movimientos de masa.
Gilberto Valdés Gutiérrez (Movimientos
antisistémicos y gobiernos populares en América Latina: nuevos desafíos) nos explica como esta nueva
coyuntura está redefiniendo el escenario
político en la región y está abriendo un proceso histórico que presenta
elementos nuevos que van a influir
profundamente en la dinámica económica, política, cultural y social. Los
movimientos sociales empiezan así a romper con toda la ideología de la
modernidad como forma superior y como única expresión de la civilización.
Actualmente
las formas de lucha principales del movimiento obrero, como la huelga y otras
formas de interrupción del trabajo, pierden fuerza en la medida en que amplias
masas de desempleados o recién llegados a la actividad laboral están siempre
dispuestas a sustituir a los trabajadores activos.
“Al mismo tiempo, los movimientos sociales son cada vez
más afectados por las fuerzas sociales emergentes. Es el caso de los
movimientos de género, los indígenas, los negros, los grupos de defensa del
medio ambiente y otros, que imponen nuevos temas a la agenda de las luchas
sociales. Con el tiempo, estas reivindicaciones pasan a integrar todo un
proyecto cultural que exige el rompimiento con la estructura económico social
que generó el machismo, el racismo, el autoritarismo”.
(Mónica Bruckmann
y Theotonio Dos Santos.- Los Movimientos Sociales en América Latina: Un
Balance (Rio de Janeiro 2009)
Ahora
bien podemos encontrar una identificación sustancial entre el modo de
producción capitalista, como fenómeno histórico, con estas formas culturales
que penetran profundamente en todo la superestructura de la sociedad moderna.
Principales
Movimientos Sociales en México…
Una
invitación a la Reflexión
Al teclear México en Google
me puedo dar cuenta que me arroja 6 220 000 resultados, de los cuales
se hará referencia a la historia, la cultura, el deporte, la belleza, el sexo,
la gastronomía, el arte, entre otros. Cada uno de estos resultados pretende
darnos una idea o ilustración de lo que es México y lo que lo conforma.
A
continuación, desarrollare un breve análisis que intenta encontrar los motivos
que impulsaron al pueblo mexicano a llevar a cabo los principales movimientos
sociales. No es mi objetivo profundizar en
los movimientos sociales específicos, ni mucho menos hacer una
cronología, sino ver mas allá de ellos e intentar reflexionar que es lo que nos
hace falta como nación para poder avanzar hacia un verdadero estado de
bienestar.
“Los pueblos, en
su esfuerzo constante porque triunfen los ideales de libertad y de justicia, se
ven precisados en determinados momentos a realizar mayores sacrificios.”
(Francisco
I. Madero
Plan de San Luis de 1910)
¿Nos
enamoraron con la Conquista?
Antes de que llegara Hernán Cortes a
América, éramos una civilización que se
desarrolló brillantemente en la astronomía, las matemáticas, las medicina, la
agricultura, la pintura, la escultura, la arquitectura, la literatura, la
herbolaria, la educación, el tejido de las telas, la artesanía entre otras,
esta era la civilización
Mesoamericana.(Bernal Díaz del Castillo “Cosas
del Encantamiento” México 2005)
En esta región se vivía con armonía y
tranquilidad en la que las diversas culturas podían vivir en comunidad,
aztecas, mayas, totonacas, mistelas, chichimecas, otomíes, carrascos,
huicholes, chontales, zapotecas o chinantecas, entre otros.
Rius presenta en su libro “Ni independencia, NI Revolución (2010)”de
manera muy coloquial y simple una critica a los españoles después que vinieron
a “conquistarnos”, a enamorarnos de una idea y un estilo de vida. El autor
hacia referencia a casos específicos como el habernos presentado a uno nuevo Dios, una nueva
comida, una nueva forma de vestir, una nueva forma de vivir. Nos enajenaron y
cegaron en la idea de una “Nueva España”, de crear una modernidad.
Este fue nuestro primer antecedente de
haber estado bajo un imperio extranjero. No nos trajeron algo que nos haya
liberado hasta hoy. Somos herederos de un idioma que no sabemos utilizar y
olvidamos los dialectos que una vez fueron la raíz de nuestro hablar, solo
quedaron enfermedades que intoxicaron y asesinaron a nuestro pueblo, esclavos
de una religión que nos controla y
de la cual no nos hemos podido
librar.
No gritamos
porque somos rebeldes…
Un movimiento que últimamente ha
llamado mucho mi atención es el movimiento estudiantil del 68. Al leer la obra
de Luis González de Alba “Los Días y los
Años (1774)”, que narra los hechos desde las perspectiva de un estudiante
de filosofía que se encuentra en prisión. Logro comprender la génesis que impulsó
a los estudiantes a participar en este movimiento: una inconformidad de gente estudiada que sabía que la realidad no debería ser esa. Personas que estaban
despertando en una época en la que la paz y la igualdad eran los ideales más
importantes.
Elena Poniatowska expresó tiempo
después que la corrupción y el autoritarismo fue lo que desencadenó el movimiento.
Conjugado esta etapa de rebelión un
presidente opresor-Díaz Ordaz- que no toleraba el
“desorden” y callaba las voces de estudiantes y médicos inconformes con su
gobierno. El cual no comprendíaque levantar la voz no es un acto de rebeldía, sino de libertad. Es
importante mencionar que este movimiento surgió aproximadamente 30 años después
de lo que pudo haber sido la consumación de la revolución mexicana.
Entonces me doy cuenta que en este
centenario hubo dos movimientos fuertes impulsados por una inconformidad, en la que la gente al ser consiente de su
situación luchó por lo que creyó era lo correcto.
La
Sombra de su Pasado
“México
debe romper con su pasado y mirar al futuro” nos
dicen Jorge G. Castañeda y Héctor Aguilar Camín en su ensayo “Un Futuro para México” (Nexos 2009). Sin embargo, actualmente encontramos
al pueblo mexicano pasando por una gran ironía en la que se siente un ambiente
de euforia adquirida por un nacionalismo que celebra el bicentenario y el
centenario de la independencia y la Revolución de México. ¿Realmente ha pasado algo tan grande o inmenso por lo cual celebrar?
Me sorprende leer a Vicente Fox
a través de mensaje escrito en “La
introducción histórica a la revolución mexicana” (México 2006) en el que afirma
que México
hoy es un país mas justo, democrático y moderno y sobretodo que es heredero de
estos principios. A demás, señala que la revolución hizo posible que
los campesinos tuvieran tierra y que los trabajadores ejercieran plenamente de
sus derechos, entre otras cosas.
Tales afirmaciones solo demuestran la
manipulación de nuestra historia y el nacionalismo que se quiere inculcar en los ciudadanos, basado en utópicas ideas
de un estado de bienestar que heredaron los movimientos sociales de hace un
centenario.
Coincido con Mauricio Merino en su
articulo para El Universal (“La Otra
Crisis” 2009), hace referencia a las dificultades del país, resultado de
una pobre
actuación de nuestra clase política. Fox no es la excepción a esta
mención, las acciones de esta elite solo nos muestran a unaglobalización disfrazada de un desarrollo, que al final
de cuentas sólo se logran desarrollar y crecer los bolsillos de los que tienen
el poder y el capital.
Enrique Krauze en su obra “De Héroes y Mitos” hacía una referencia
a la “Generación X” (los nacidos
entre 1966 y 1980) considerándolos como mexicanos que se encuentran en una
situación de orfandad, en la que para ellos (y para nosotros también) la
revolución mexicana con todo y sus iconos es tan remota como la independencia o
la conquista. Para la mayoría de esta generación el movimiento estudiantil del
68 es una épica que no quiere repetir, abrió los ojos horrorizados con el
asesinato de Colosio, se lleno de esperanza con una transición política en el
2000, se desilusionó con la gestión de Fox y para ellos el PRI es sinónimo de
corrupción. Y esta es precisamente la generación que en la actualidad esta
gobernando, en ellas se encuentran nuestras esperanzas actuales ¿Qué
podemos esperar entonces? Es difícil de creer en ellos si nadie sabe,
en concreto, que país quieren. Ha este hipotético personaje de la generación X
no le queda mas opción que asumir su orfandad –asumirla como opción de
libertad, valor y creatividad- y buscar por su cuenta propia caminos de
participación cívica y política para lograr el cambio estructural que México
requiere.
Y Ahora… ¿Qué
hacemos?
“Estamos sobrados de
diagnósticos, pero nos falta soluciones”
(Mauricio Merino, “La otra crisis” El Universal, México 2009)
Llegó
el punto en el que debemos ver al futuro y pensar- sobre todo actuar- a favor
de nuestros ideales de cambio hacia un Estado de bienestar social, que se obtendrá desde una perspectiva interna
llevada una realidad construida por ideales y acciones unidas por el deseo de
la justicia y la equidad. En el que la tolerancia sea parte de nuestro
sistema político y la libertad prepondere en nuestras decisiones económicas.
Lenin alguna vez escribió: “Si
no eres parte de la solución, entonces eres parte del problema”. No
seamos parte del problema y tratemos de encontrar con nuestros recursos las
variantes que nos harán avanzar. Actualmente, considero que nuestros gobiernos y sistemas han cultivado
ciudadanos inconscientes de su cultura, educados solo para obrar y no para
pensar
“En
vano las intenciones del gobierno serán rectas, en vano harán grandes esfuerzos
por el bien publico, en vano provocaran congresos y atacaran las reliquias del
despotismo, si los pueblos no se ilustran, si cada hombre no conoce lo que
vale, lo que puede y lo que sabe. Nuevas ilusiones sucederán a las antiguas
después de vacilar algún tiempo, será tal vez, nuestro destino cambiar de
tirano sin destruir la tiranía” (Marino
Moreno)
Entonces para lograr una
reforma estructural debemos conocer nuestra historia, nuestra cultura; ser consientes
de lo que somos capaces y atrevernos a pensar mas allá de lo que un sistema
ciego nos intenta condenar. Solo así
podremos encontrar una salida larga pero efectiva al desarrollo.
“Las balas mas difíciles de
esquivar, serán las que la ignorancia nos ha disparado.”
Lea
Castillo (Mayo 2011)
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Latina. El impacto de sus protestas y propuestas en el bienestar social a la
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contemporáneo” Revista Koeyú
Latinoamericano (2001)
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Gilberto
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antisistémicos y gobiernos populares en América Latina: nuevos desafíos”.