El Secreto de la Felicidad
El otro día mientras iba en el
camión rumbo al trabajo, pensaba un poco sobre los estresantes momentos de
trabajos finales en la universidad, la densa carga de actividades en el trabajo
y el poco tiempo libre que me quedaba. En eso estaba, cuando vi por la ventana
como estaba una aglomeración largísima de automóviles en plena vía rápida. No
me sorprendió pues con regularidad se encuentran automóviles con la llanta
ponchada, choques y uno que otro peatón atropellado (esta vía es un corredor
con altas velocidades, sin embargo, es muy común que crucen personas que viven
a la orilla de ésta).
Sin embargo, debo confesar mi
sorpresa al ver lo que estaba atrofiando el tráfico: estaba un señor de unos 50
años a mi parecer, - con apariencia de indigencia- acostado en el carril central en plena vía
rápida, ondeando una gorra al aire y cantando como si estuviera en un gran
concierto. Fueron segundos los que vi al señor acostado en pleno boulevard,
pero me dejó pensando en ese suceso durante horas ese día. Realmente ese
momento me quedó grabado en la memoria por lo que representa, desconozco la
historia de ese hombre o si estaba bajo la influencia de alguna sustancia
tóxica.
El señor se veía tan feliz,
sonriendo mientras cantaba ondeando su gorra, sin importarle que estuviera
deteniendo el tráfico en plena hora pico de la mañana, mientras todos los autos
sonaban el claxon intentado presionarlo para que se retirara. No tengo la menor
idea que pasó después, si se lo llevó la policía o si algún automovilista se
detuvo para levantarlo del suelo. A mi parecer, el hombre en esos instantes
estaba feliz, ignorando todo lo que acontecía a su alrededor.
A veces, nos es tan difícil
apreciar a las personas y las cosas que forman parte de nuestra vida y en
cualquier manifestación de inestabilidad nos aplastamos, cerrándonos a
posibilidades que podrían liberarnos de esa culpa. Estamos tan envueltos en la monotonía,
quejándonos de lo salada que fue la comida en el comedor y del intenso calor de
la tarde. Nos olvidamos de lo que es vivir y nos concentramos en probarle a los
demás lo “exitosos” que somos.
Si se trata de hacer una obra de caridad, dar
la cooperación a la cruz roja, a un voluntario que se encuentra en el crucero
nos vuelve filántropos; ir a nuestro ritual religioso cada domingo nos hace
santos; tener mil amigos en Facebook nos convierte populares; contestar un crucigrama
nos transforma inteligentes; leer un libro de Paulo Coehlo demuestra que somos
intelectuales y reír mientras vemos una película nos hace felices.
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Alexis Lea Castillo Medrano