El Nuevo 68
Alexis Lea Castillo Medrano
Actualmente en México, los estudiantes nos
organizamos para la lucha contra el mismo sistema oligárquico y represor del
siglo XX. Nos estamos asomando por la ventana de la esperanza, inspirados por
la historia e impulsados por las nuevas tecnologías que lograrán esquivar esos obstáculos
que hace 53 años truncaron la lucha por la libertad.
“Si los
responsables del mundo son todos venerablemente adultos, y el mundo está como
está, ¿no será que debemos prestar más atención a los jóvenes?”
-
Mario
Benedetti
Introducción
Los movimientos sociales
en México han sido determinantes en el rumbo de la historia de nuestro país,
consecuencia de la desigualdad, la pobreza, la represión y la indiferencia. A partir del siglo XX fueron un factor
determinante en el desarrollo de la historia nacionalista, la identidad
mexicana y las estructuras hegemónicas de poder. A estos movimientos se han
sumado campesinos, médicos, maestros y estudiantes, cada uno con su propio discurso
y demandas, pero todos ellos encaminados hacia la búsqueda de la libertad e
impulsados por una sed de justicia que tiene décadas.
Partiendo de este
supuesto, en el presente ensayo intento hacer una analogía entre el movimiento
de estudiantes en Tlatelolco de 1968 y las recientes manifestaciones de
estudiantes llevadas a cabo alrededor de todo el país. Encontrando en las
nuevas herramientas tecnológicas, una estrecha brecha de similitudes -pero
también de divergencias- que nos permiten pensar en la posibilidad de lograr el
cambio y la justicia. Legados tatuados en las paredes de las universidades,
ideales impregnados en la mente de los estudiantes e inspiración que motiva, 53
años, después a toda una nación.
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
En 1949, el gobernador de
Michoacán, José María Mendoza Pardo, envió a la Cámara de Diputados una
iniciativa —aprobada antes de leerla— para dedicar un millón de pesos a un
teatro para el Ballet de Morelia en el que participaban sus hijas. Esto
contrastaba con el subsidio de 500 mil pesos anuales que tenía asignada la
Universidad de San Nicolás de Hidalgo en ese mismo año. (Escudero 36:1978).
Ante tal hecho el 28 de
julio de 1949, los estudiantes nicolaítas, que solicitaban un aumento de 200
mil pesos, organizaron una manifestación que fue reprimida por el ejército
mexicano, en la cual se asesinó a los estudiantes Héctor Armando Tavera y
Agustín Abarca Xochihuatl. En solidaridad, el 13 Agosto, 120 mil estudiantes
del país -entre los que participaron de la Universidad de Puebla- se movilizan
y paran sus labores junto a su rector -Horacio Labastida Muñoz- quienes también habían solicitado más recursos
para su casa de estudios, y que encaraba una huelga de profesores de las
escuelas de ingeniería y química. Finalmente el presidente de la república el
licenciado Miguel Alemán Valdés quien, aceptó la remoción de Mendoza Pardo,
propició incrementos a los fondos públicos para las contadas instituciones de
educación superior (Ortega 2011)
Durante el gobierno de
Díaz Ordaz, el 1 de octubre de 1966, estudiantes y ciudadanos de Morelia
coincidieron en un movimiento en contra del alza en las tarifas del transporte
público. En una primera manifestación de protesta resultó muerto a tiros el
estudiante Everardo Rodríguez Orbe. Los estudiantes estallan la huelga. El 8 de
octubre, a petición del Congreso Local, el cuerpo de paracaidistas asaltó la
Universidad Michoacana, resultando muerto un estudiante y detuvo a decenas de
estudiantes, habiendo realizado previamente un desfile intimidatorio por las
calles de Morelia, alegando una agitación comunista detrás de los hechos.
(Escudero 45:1978).
Universidad de Sonora
En 1967, el estado de
Sonora prepara el proceso electoral para renovar las presidencias municipales,
el Congreso del Estado y la gubernatura. El PRI había declarado que el
candidato a la gubernatura emergería de las bases. Los grupos dentro del PRI,
no se ponen de acuerdo y se dividen entre Fausto Acosta Romo y Faustino Félix
Serna. A pesar de que Acosta tiene la simpatía popular, Felix Serna es
designado por el CEN del PRI como su candidato. (Carlos Moncada Ochoa. La
Sucesión Política en Sonora, 1917-1985)
Estudiantes junto a la
población atacan comandancias de policías y casas de altos funcionarios
priístas. El 26 de febrero los contendientes realizan concentraciones
populares en lugares cercanos al campus universitario. Ambos pasan a las
agresiones y ante la intervención de la policía, los simpatizantes de Acosta
Romo se refugian en la Universidad de Sonora y hasta ahí llega la policía. El
saldo es de varios heridos y detenidos. Esto provoca la intervención de la
FEUS, protestando por la violación de la autonomía universitaria.
El 26 de marzo, Faustino
Félix Serna otorgó la protesta de rigor ante los líderes nacionales de su
partido. Al mismo tiempo, la FEUS declara la huelga indefinida. El movimiento
se extendió a todas las escuelas de jardines de niños, primarias y secundarias
oficiales de la entidad. El comercio y la industria realizaron paros. En Hermosillo,
Nogales, Navojoa, Cananea, Ures, Santa Ana y otras ciudades, se producían
constantes y concurridas manifestaciones. Un total de 139 escuelas de la
entidad apoyan al movimiento que exige la desaparición de poderes del Estado de
Sonora y la renuncia del gobernador Luis Encinas Jhonson. (Raúl rodríguez
Jiménez, El desarrollo Histórico de la unión)
Movimiento Estudiantil
del 68’
“Estábamos
conscientes que no podíamos platicarle a cualquiera nuestras tendencias
políticas porque sabíamos que nuestras vidas o nuestra integridad física estaba
en riesgo”
-
Ricardo Castellanos Garcia
El movimiento estudiantil-popular de 1968, pone el
punto final al periodo del relativo equilibro de la lucha de clases. Al igual que en otros casos, la explosión
demográfica de las instituciones de educación superior de los años sesenta
había generado serios problemas de recursos humanos y materiales.
En 1968 los estudiantes mexicanos desnudaron con
tanta eficacia y casi naturalidad el autoritarismo, hasta entonces revestido de
crecimiento económico y de conformismo, que su movilización fue un primer paso
hacia el desmantelamiento de uno de los aspectos centrales de este régimen: la
no participación. Cuando la apatía y la
despolitización sustentan la autoridad, como había sido el caso en México en
las tres décadas anteriores, las demandas de participación efectiva ponen en
juego el equilibrio político, el cual se verá profundamente alterado en caso de
que tales demandas sean satisfechas. (Aquevedo,
2009)
“Ya
podíamos prepararnos para votar y no solo eso ya podíamos asistir a reuniones
clandestinas en alguna peña donde la bebida más fuerte era un beso de ángel o
simplemente una cerveza donde podíamos escuchar música en contra del gobierno
donde podíamos compartir ideas de liberación y después salir muy cautelosos
porque si no nos podían agarrar los HALCONES”
-
Ricardo Castellanos Garcia
En México,
también los actores centrales de la
crisis eran hijos de las clases medias, que mucho se habían beneficiado del
crecimiento económico de la posguerra. Asimismo, el movimiento estudiantil
mexicano fue en un sentido amplio una protesta contra la autoridad y la disciplina
tradicionales, y, dentro de una perspectiva más estrecha, ha podido
interpretarse como un conflicto generacional.
“Son muchos. Vienen a pie, vienen riendo. Bajaron
por Melchor Ocampo, por Reforma, Juárez, Cinco de Mayo, muchachos y muchachas estudiantes
que van del brazo en la manifestación con la misma alegría con que hace apenas
unos días iban a la feria; jóvenes despreocupados que no saben que mañana,
dentro de dos días, dentro de cuatro estarán allí hinchándose bajo la lluvia… y
allí estaban los monitos plateados con el azoro en los ojos, boquiabiertos ante
el cañón de los fusiles. ¡Fuego! Cayeron pero ya no se levantaban de golpe
impulsados por un resorte para que los volvieran a tirar al turno siguiente; la
mecánica de la feria era otra; los resortes no eran de alambra sino de sangre;
una sangre lenta y espesa que se encharcaba, sangre joven pisoteada en este
reventar de vidas por toda la Plaza de las Tres Culturas”.
- Elena Poniatowska. La noche de Tlatelolco
Un estudio económico, aunque sea superficial,
demostraría cómo la pequeña burguesía y las clases medias se habían venido
depauperando progresivamente debido, entre otras cosas, a la concentración
monopolista del capital en el país que, iniciada con el gobierno de Manuel
Ávila Camacho, se intensifica y cobra el carácter de tendencia histórica de la
acumulación del capital que hasta nuestros días vivimos. Es pues a partir de
las condiciones materiales de existencia de estas clases como podemos
explicarnos el origen de su rebeldía social y política, aunque ésta cobre, una vez
surgida, una dinámica y un ritmo propios. La política tiene y siempre ha tenido
su propia autonomía.
En lo que se refiere al Estado, en 1968 pudo
comprobarse hasta qué punto, dirigido con métodos profundamente burocráticos,
se hallaba en una situación tal de deterioro que en ese año hizo crisis. Desde
esta perspectiva, no fueron la torpeza y la actitud criminal de Díaz Ordaz
(aunque por supuesto las hubo) la causa principal de la incapacidad manifiesta
del régimen para tratar política y flexiblemente el problema. En realidad, se
lo prohibía la propia estructura autoritaria del aparato de poder y el carácter
masivo y excéntrico del movimiento, que enfrentó al gobierno con fuerzas sociales
nuevas y poco o nada insertas en los mecanismos tradicionales de control.
La violencia y las concesiones determinaban en
México una despolitización generalizada. Ésta es la política estatal que entró
durante 1968 en una fase de aguda descomposición. Sus elementos y los elementos
que precipitaron la crisis son inseparables:
1] Presión popular contra el despotismo.
2] Transformación profunda de las relaciones de
producción, coincidente estratégicamente con el fin del periodo del proceso de
sustitución de importaciones, periodo que requería proteccionismo en la
economía y control dictatorial sobre toda la fuerza de trabajo.
3] Aparición, a nivel de la gran empresa, de una
nueva racionalidad capitalista, en función de los desarrollos de las fuerzas
productivas y en vinculación estrecha con las modalidades integradoras del
capital monopolista transnacional, coincidente con una pérdida gradual de la
importancia económica y social de las
empresas ineficientes. México comienza así su "modernización".
4] La aparición de una oposición muy ra1dical,
proveniente de los sectores medios, tiene su origen en la cancelación paulatina
o súbita de su importancia social y política dentro del bloque dominante,
determinada por su creciente y necesaria proletarización, lo que arriba hemos
llamado sus condiciones materiales de existencia.
Pero en términos políticos, esta refuncionalización
del papel de las llamadas clases medias implica la ruptura del pacto entre
ellas y los sectores económicos y políticos más elevados y hegemónicos que
participaban del poder. El año 1968 mostró, con claridad, que el poder real
está en manos de una oligarquía que vincula el poder económico de las grandes empresas
al poder político de la alta burocracia
sustentado en la propiedad estatal. 1968 mostró que las clases medias,
roto el pacto con la oligarquía, han sido desalojadas de sus posiciones de
poder.
“- Tal vez los médicos hagan una
declaración pública.
- Ningún periódico lo admitirá, ni
como inserción pagada.”
- Luis
González de Alba
Era evidentemente un organismo con una gran fuerza
política que contaba, además, con un gran crédito moral entre los estudiantes.
Sus decisiones eran de inmediato acatadas, pero no daba orientación política,
es decir, no dirigía en el sentido propio de la palabra. De la parte de enfrente, la minoría, el
gobierno cuenta con el poder real y puede quebrar de golpe, mediante la
represión, el trabajo de los activistas. Sin los estudiantes como motor, el
pueblo desorganizado también se repliega y abandona la calle.
Contrariamente a lo que hubieran podido imaginar las
autoridades políticas en 1968, el movimiento estudiantil y la represión de que
fue víctima, en lugar de fortalecer la apatía y actitudes negativas hacia la
participación, familiarizaron a amplios sectores de la población, en particular
en el seno de las clases medias, con el lenguaje democrático y también los
alertaron con respecto a los costos posibles de la arbitrariedad gubernamental.
Es probable que la violencia que ejerció el gobierno
del presidente Díaz Ordaz contra los estudiantes haya sido repugnante a otros
grupos sociales que, aun cuando hubieran aceptado la gravedad del conflicto y
la urgencia de la solución como efecto colateral, también hayan reconocido la
necesidad de poner límites a la autoridad. Así, los acontecimientos de 1968
habrían relegitimado la práctica de la participación política independiente no
sólo porque confrontaron a la autoridad con su propio discurso democrático,
sino porque revelaron la vulnerabilidad de todos los grupos sociales frente al
poder.
Aunque este fenómeno no condujo de inmediato a un
aumento de la participación electoral, modificó valores y comportamientos
sociales, y este cambio no se resolvió en una mera rebelión cultural, sino que
a mediano plazo propició un reordenamiento de las alianzas del Estado y de ahí
la alteración del sistema político.
En la medida en que la participación y la
organización independientes fueron reconocidos como valores compatibles con la
estabilidad, e incluso necesarios para su mantenimiento o superiores a ella,
las clases medias, los grupos que históricamente han mostrado mayor capacidad
para defender su participación, ya sea en la política o en la economía, se
desplazaron de la posición esencialmente pasiva de grupos de referencia social
que ocupaban desde los años cuarenta hacia la de auténticos interlocutores del
poder.
Desde una perspectiva histórica de largo plazo, el
movimiento estudiantil acarreó la rebelión postergada de clases medias que
habían sido marginadas del pacto político autoritario de los años veinte y
treinta, pero que entonces pudieron volver por sus fueros, gracias al
fortalecimiento que habían derivado de la expansión económica.
La crisis de 1968 no precipitó ningún cambio
institucional de fondo, pero este corrimiento político de los diferentes grupos
sociales, consagrado por algunas de las políticas reformistas del presidente
Luis Echeverría, repercutió sobre el equilibrio original porque se produjo a
expensas de la influencia y los intereses de obreros y campesinos.
Cuando la elite política relegó éstos a la
satisfacción de las demandas de las clases medias, provocó un desprendimiento
de las clases sociales que hasta entonces habían sido, por tradición, sustento
central de autoritarismo. Al hacerlo, el grupo en el poder buscó la imposible
sustitución de unos grupos por otros, ya que por esta vía las clases medias
accedieron al poder político y lo conquistaron, pero no se comprometieron con
sus formas establecidas de organización.
El carácter excepcional de la movilización de 1968
residió en su capacidad para definir una identidad propia en oposición al
Estado, y hacer de ello la base de una coherencia interna breve, pero mayor que
la de grupos que se ostentaban como partidos independientes.
Desde ahí, el movimiento estudiantil fue la proyección del cambio esencial que
se había producido con el desarrollo de los años anteriores, y que consistía en
la reversión de los términos de la relación entre el poder y la sociedad, pues
a partir de entonces el régimen político que antes había dictado los perfiles
de la sociedad pasaría a ser un reflejo de esa sociedad que había construido, y
estaría expuesto a sus desequilibrios.
La
esperanza en un futuro presente, inspirada por un pasado que persiste
Este
es el nuevo 68. Y es una rebelión frente a lo que se avizora como un
autoritarismo que nos promete paz a cambio de silencio, que nos promete
seguridad a cambio de dinero, que nos promete más de lo mismo. Y justamente eso
es lo que esta juventud mexicana, ignorada por tanto tiempo, reclama ahora: un
país diferente y libre. No hay discurso detrás, sino algo mucho más poderoso:
un grito de libertad que les devuelve las calles de un país adultocéntrico y
muy poco democrático.
-
Elena Poniatowska
Las últimas manifestaciones llevadas a cabo por
estudiantes tratan de un movimiento estudiantil distinto y a la vez muy
parecido al de 1968, pues éste comenzó con demandas educativas y sociales a las
que se fueron agregando exigencias de transformaciones políticas y económicas
inéditas, aunque no supiera (como ocurre ahora) hacia dónde iba, o la magnitud
de las repercusiones que alcanzaría en el mediano plazo.
Para la irrupción de un nuevo movimiento
estudiantil, el gobierno de México no está preparado. Y al parecer hasta lo
fomenta porque sigue los mismos patrones causales que se están presentando en
otras latitudes. Los estudiantes
piden, como antaño, lo imposible, pero están escalando en sus demandas, y van
desde el derecho a la educación hasta la conformación de un nuevo tipo de
Estado, y desde la defensa de sus calles y plazas para manifestarse libremente
hasta la organización de un nuevo mundo en el que se pueda vivir sin tener que
dar la vida para que unos cuantos se beneficien de su esfuerzo.
La clase dominante que se encuentra en la élite del
poder, no es aún conciente de la gran influencia que actualmente tienen las
redes sociales y de comunicación electrónica para definir la opinión pública.
Esta subestimación, le ha dado en los últimos días fuertes golpes que no ha
podido esquivar, su estrategia hacia la evasión de desacreditaciones ha sido
poco eficiente.
El gobierno mexicano no está preparado para este
tipo de acontecimientos que se viven en otras partes. Si llegara a irrumpir un
movimiento estudiantil de estas características, que comenzará demandando el
respeto y la vigencia del derecho a la educación y que siguiera (en el curso de
unos meses) con la exigencia de una sociedad en donde se pueda vivir sin miedo
y sin que el Estado se vuelva parte del terror cotidiano, a menudo por encima
de cualquier maleante, diríamos adiós al viejo régimen, que no se quiere ir.
Las redes sociales sirven como conexión para los
jóvenes, mediante las cuales se informan, organiza, cuestionan y analizan las diversas posturas. Las últimas concentraciones
de estudiantes han sido convocadas por estas redes, al gobierno y las élites
del poder no le conviene subestimar este poder. Vemos como últimamente han
estado utilizando estas redes para contrarrestar los descalabros que han recibido.
Los jóvenes van a determinar la
victoria electoral, son 23 millones de electores y la mitad de ellos votan por
primera vez. Me da gusto observar la actitud de los jóvenes, la energía que
desprenden. De las plazas públicas a las urnas, y de ahí al nuevo gobierno. Se
trata de una expresión genuina de una generación que no sólo plantea temas en
el debate público, sino que también
reclama mayores espacios de participación política,
es una generación que se moviliza frente al intento de restaurar el
autoritarismo, de regresar a los momentos en que las libertades estaban
asfixiadas.
“Ahora
los jóvenes universitarios y preparatorianos ya están tomando conciencia de lo
que es ser libre y no manipulado por los medios conocidos de difusión”
-
Ricardo Castellanos Garcia
Conclusiones
La lección es clara, inequívoca,
contundente: quien no aprende de la historia, está condenado a repetirla. Más
aún, quien no aprecia en su justa dimensión los hechos históricos, quien no los
juzga con la intención de aclararlos y dar a cada quien su parte, podría estar
no sólo no aprendiendo de esos errores, sino haciendo de ellos una ruta a
seguir.
Son las y los jóvenes estudiantes quienes avizoran
un futuro incierto, víctimas de un sistema educativo obsoleto que no les
prepara para la realidad de este siglo. Son ellas y ellos quienes advierten, en
pequeña o gran medida, el vacío moral que les han dejado los amos de México,
empresarios y políticos cuyos pactos de colusión han debilitado al país hasta
las entrañas en casi todos los ámbitos.
Esto va más allá de estar casados
con un candidato político, una gran teoría, o con un riguroso discurso. Esto se
trata de estar casados con un ideal, ese mismo que sueña y lucha por caminar en
el rumbo del respeto, el amor y la libertad.
“La realidad de
los muertos y los vivos recordando y cultivando la memoria. La realidad de la
lucha que sigue. La realidad del mañana que se anuncia que vendrá.”
-
Subcomandante Marcos
Antes
de llegar al movimiento estudiantil en Tlatelolco de 1968, hago un breve recuento cronológico que
manifieste anteriores movimientos menores encabezados por estudiantes en
algunas ciudades de México.
En este caso,
no me detendré en una exhaustiva cronología de lo sucedido aquella noche en
Tlatelolco, no tampoco me detendré en los motivos específicos que la detonaron.
Me interesa revisar las motivaciones, los participantes, las características de
su logística y finalmente su impacto. Ya que esto servirá de referéndum para
comparar este movimiento con las manifestaciones estudiantiles actuales.
Eduardo Aquevedo. México: movimiento estudiantil, el
paso de un sistema a otro (1968-1988).
Ciencias Sociales Hoy. México, D.F. Mayo 2009.
La periodista Elena Poniatowska así narra lo
sucedido aquella tarde en Tlatelolco. Ella estuvo presente en el mitin. Este
fragmento está contenido en su libro La noche de Tlatelolco.)
y La
crisis del movimiento estudiantil mexicano", GAP, México, 1971, mimeo, y
Punto Crítico, n. 5 y 55.
Elena
Poniatowska en entrevistan de Sin Embargo, mayo 2012
Juan Fernando Covarrubias Pérez. Movimiento Estudiantil
de 1968, 40 años de cómplice silencio. Octubre 2009.
Bibliografía
· Entrevista con Ricardo Castellanos García, persona que me expresó su sentir y su experiencia durante las represiones estudiantiles del siglo XX, y las impresiones que surgen a partir de las manifestaciones estudiantiles de la actualidad. Ha sido miembro activo de diversos comités en la lucha por la libertad.
· Luis González de Alba. Los días y los años. Ediciones ERA. México D.F. 1970. Pp. 13-65
· Roberto Escudero. El movimiento estudiantil: pasado y presente. Cuadernos Políticos, número 17. México, D.F. Editorial Era, Julio a Septiembre 1978. Pp. 36-43
· José Manuel Valenzuela Arce. El futuro ya fue. Juventud, educación y Cultura. Anales de la educación común. Tercer siglo, año 1, número 1-2. Buenos Aires, Argentina. Septiembre 2005. Pp. 28-71
· Edgar Gómez Bonilla. Cronología de los movimientos estudiantiles en Puebla y la Ciudad de México, 1968. Tiempo Universitario, gaceta histórica de la BUAP. Año 1, número 20. Puebla de Zaragoza. Octubre, 1998
· Juan Fernando Covarrubias Pérez. Movimiento Estudiantil de 1968, 40 años de cómplice silencio. Tepic, Nayarit. Octubre 2009.
· Elena Poniatowska. La noche de Tlatelolco. Editorial Era, México, D.F. 2007